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TECNOPOR: UN MAL QUE TENEMOS QUE EVITAR

24 septiembre, 2019

Es ligero, resistente a la humedad y absorbe los impactos ante golpes y caídas. Lo usamos para empaques, incluso para nuestras comidas, pero alguna vez nos hemos preguntado ¿de dónde viene este material?

Uno de los plásticos más usados es el poliestireno expandido, conocido en el Perú como tecnopor. Fue creado en un laboratorio de DOW Chemical en 1941. Las mismas propiedades que en ese entonces se celebraron por su ingenio, lo convierten hoy en uno de los materiales más contaminantes en el ecosistema marino e incluso hay una discusión en torno a su peligrosidad para la salud humana (Thaysen et ál., 2018). 

El tecnopor se caracteriza por ser liviano y por su flotabilidad. Su estructura de celdas cerradas, compuesta al 95% de aire, permite que sea resistente al agua, duradero y además, un excelente aislante térmico. En evaluaciones de ciclo de vida de productos (Life Cycle Assessment, LCA por sus siglas en inglés) sale mejor posicionado que otras opciones para empaques.

El LCA es un método que evalúa el impacto de los productos en todas las etapas de su existencia: desde la producción hasta después de su vida útil. Además, su costo de producción es bajo y, por ende, el producto final es muy barato, debido a que en su precio no se incluyen las externalidades negativas que genera. Por ejemplo, en el mar se degradan lentamente hasta formar microplásticos que terminan flotando en la superficie como una especie de espuma, creando ambientes de toxicidad donde proliferan bacterias y causando la muerte de aves marinas y otros animales que lo ingieren.

OTROS EFECTOS

Como la mayoría de plásticos, el tecnopor es derivado de petroquímicos. Además de los problemas que presentan todos 

los tipos de plástico derivados del petróleo (permanencia en el ecosistema marino, inserción en la cadena alimenticia marina, etc.), el tecnopor presenta dos problemas adicionales: una casi nula infraestructura de reciclaje y una alta presencia de aditivos sintéticos nocivos para la salud (Si-Qi et ál., 2017).

A nivel mundial, la infraestructura para el reciclaje de plásticos es limitada. En el Perú, solo los plásticos Tereftalato de poliuretano (PET) y Polipropileno (PP) cuentan con un mercado global que permite un reciclaje eficiente y económicamente rentable. Debido a sus propiedades físicas, el reciclaje de tecnopor es casi inexistente, salvo en Japón. En el sector industrial existen algunas iniciativas de reciclaje de tecnopor usado para empaquetar, pero el reciclaje a escala municipal para tecnopor de uso en alimentos es prácticamente nulo. Se estima que reciclar tecnopor cuesta 3000 dólares por tonelada de polyester –un costo operativo mayor a la ganancia–. Hoy, menos del 1% de los 14 millones de toneladas de tecnopor producidas anualmente se reciclan a escala mundial.

En Nueva York, el uso de poliestireno expandido de baja densidad (PEBD) para empaques de comida para llevar fue prohibido en el 2013. Ese año, el Departamento de Sanidad de dicho estado realizó un informe que señalaba que la alta contaminación de comida en los empaques hacía muy costoso el sistema de reciclaje y solo funcionaba cuando había subsidios; que los empaques de comida contaminados terminaban creando problemas en plantas de compostaje y otros materiales reciclados; y que no había un mercado para el tecnopor reciclado que justifique la inversión.

Por otro lado, se cuestiona altamente la seguridad del uso de tecnopor en contacto con alimentos, debido a que es un derivado de la benzina. Para formar el estireno, la benzina se reacciona con etileno, luego, el estireno se polimeriza para formar poliestireno. Tanto la benzina como el estireno son componentes clasificados como cancerígenos, inclusive el primero es clasificado también como neurotoxina. Si bien la estructura final de estos componentes en forma de poliestireno en el tecnopor es relativamente inerte y estable, el contacto con el calor o alimentos grasos puede desestabilizar el polímero. Bajo condiciones de calor intenso y contacto con grasas, el estireno puede migrar del empaque hacia su contenido, sea líquido o sólido (PNUMA, 2015).

LA TRANSICIÓN DESEADA

A la par de las bolsas plásticas, los envases de tecnopor para uso en alimentos están siendo progresivamente prohibidos en diversos municipios de Estados Unidos y Francia. El reto es lograr que el material que reemplace al tecnopor sea realmente más sostenible y no terminemos usando como alternativa algo que genere similares impactos en el ambiente.

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